El Liceo Nº 1 IPOLL (que significa Instituto Politécnico Osimani & Llerena) fue fundado en 1873 por los educadores Gervasio Osimani y Miguel Llerena. En el estudiaron figuras muy importantes para la sociedad uruguaya, como el notable cuentista, dramaturgo y poeta Horacio Quiroga y los presidentes de la Republica Feliciano Viera y Baltasar Brum. Esta ubicado en la intersección de las calles Artigas y Cerrito, a pocas cuadras de la plaza 18 de Julio, y a el concurren mas estudiantes que a cualquier otro liceo de la ciudad.
Pero el IPOLL no solo es el liceo más antiguo de Salto, sino que es también el más grande. Su severa arquitectura, erigida en un predio amplio y despejado en pleno Centro, impone respeto a simple vista. Es un edificio inmenso, de tres pisos y la
Este liceo no siempre estuvo ubicado en el mismo lugar. Originalmente se hallaba en la esquina de las calles Osimani Llerena y Brasil, donde hoy funciona el liceo Nº 5. Recién en los años ’50 se realizo esa magnifica construcción en lo que fuera un baldillo según parece, toda esa extensión de territorio del nuevo local del liceo, incluyendo la cancha de Básquetbol y la pista de atletismo que hay detrás, era hace muchísimo tiempo un
Tal vez alguna sobrenatural
Los rumores acerca de la sombra del liceo IPOLL nacieron a raíz de un suceso ocurrido en el edificio hacia mediado de los ’80 y que involucro a tres oficiales de la Jefatura de Policía de Salto.
Algunos memoriosos vecinos de la ciudad recuerdan que por aquellos años una de las ventanas del liceo ubicada en los salones que dan hacia la cancha de fútbol, sobre la calle Instrucciones, tenía el vidrio roto. Por cuestiones presupuestales, las autoridades del IPOLL decidieron tapar el agujero con unas planchas de
La policía ordeno entonces que los dos agentes se encargaran de vigilar el perímetro del IPOLL desde la caída del sol hasta la llegada del amanecer. Durante el verano, los policías no tuvieron ningún problema para llevar acabo esta tarea, y aquellas visitas clandestinas se terminaron pero con el invierno, todo se complico; el frió de salto en esas épocas del año es tan insoportable que ni siquiera los propios habitantes de la ciudad pueden acostumbrarse a el, así que se vieron obligados a pedirles permiso a sus superiores para que los dejaran hacer la vigilancia en el interior del edificio y la Jefatura de Policía les concedió el
Como vieron que todo se tranquilizo, con el tiempo la guardia fue reducida a un solo policía. La mayor
Una noche, este policía se vio sobresaltado por una serie de ruidos. Los sonidos provenían desde los laboratorios, ubicados en el primen piso del IPOLL, al fondo de un estrecho corredor. Parecía como si alguien estuviera moviendo los muebles, abriendo los cajones o revolviendo los materiales en ese lugar.
Convencido de que los niños habían vuelto a las andanzas, el agente bajo por las escaleras, pero se sorprendió al comprobar que la puerta del
El policía tuvo entonces una sensación muy rara. Una cosa era escuchar ruidos a lo lejos, acostumbrado como estaba a que estos se produjeran en al edificio por cualquier razón, pero otra muy diferente era comprobar con sus propios ojos aquellos movimientos en el interior del laboratorio, porque ellos indicaban con claridad que allí había alguien y que la situación se iba a poner difícil. No obstante, tenía la obligación de averiguar que estaba pasando, así que empujo la puerta lo mas silenciosamente que pudo para sorprender al intruso.
Al abrirse la puerta, el policía comenzó a alumbrar con su linterna de arriba abajo en el interior de la habitación, pero no pudo percibir nada extraño. Sin embargo, como aquellos misteriosos sonidos continuaban produciéndose en todas partes, no tuvo mas remedio que caminar unos pasos hacia el interior del laboratorio, sacar su arma de reglamento y gritar bien fuerte:
-¡Policía! ¡¿Quién anda ahí?!
Apenas termino de decir esto, la puerta del laboratorio de biología se cerró con violencia a sus espaldas. Y de inmediato, una lluvia de objetos empezó a caer sobre el. Los frascos, los tubos de ensayo, los mecheros y las probetas volaron por el aire como arrojados por una mano invisible y chocaban contra las paredes, caían en el piso, se daban sobre los muebles o golpeaban con fuerza el cuerpo del policía.
Atemorizado y sin comprender que estaba ocurriendo el agente se arrojo debajo de una de las mesas de azulejos blancos del laboratorio tratando de pretejerse. Estaba aterrado pero esa su
Ni bien el alboroto pareció calmarse un poco, el policía se incorporo, abrió la puerta y huyo del laboratorio. Y luego atravesó corriendo los pasillos del primer piso y subió de un salto las escaleras en dirección al teléfono, que se encontraba en una de las oficinas que están al lado de la Dirección del liceo. Con las manos temblorosas, disco el número de la Jefatura de Policía y solicito con urgencia personal de apoyo.
Minutos mas tarde una patrulla se detuvo en la calle Artigas, frente a la entrada misma del IPOLL de ella bajaron dos uniformados que habían sido advertidos por
Cuando estos policías entraron al liceo para dar apoyo al vigilante estaba blanco como un papel y
Avanzando despacio, cuidando sus espaldas y respirando apenas debido a la extrema tensión de sus nervios el agente descendió por las escaleras rumbo al laboratorio de biología con el revolver en su mano. Y a medida que bajaba uno a uno los peldaños, notó que algo extraño estaba pasando. El tiempo paresia haberse detenido y a lo lejos se escuchaba, llegando como un
A pocos pasos de la habitación, el agente fue testigo de algo impresionante. Era una especie de
Tan terrible era el aspecto de esa sombra que, a pesar de todo su coraje, el agente saco su arma y comenzó a disparar, mientras retrocedía de espaldas hacia la escalera.
Las detonaciones alteraron a los otros dos uniformados que estaban junto al salón de actos y se vieron sorprendidos cuando el policía apareció en el primer piso pidiendo ayuda los gritos y dándose vuelta de a ratos para disparar a aquella sombra que venia persiguiéndolo. Y seguramente también a ellos se les helo la sangre al contemplar la pavorosa figura de ese fantasma, pues si dudarlo desenfundaron sus armas y comenzaron a dispararle, mientras corrían hacia la puerta de entrada del IPOLL tratando de alcanzar la salida.
Justo cuando los tres policías salieron a la calle, una segunda patrulla llego al liceo, alertada desde la jefatura acerca de la situación. Sin embargo, ni los oficiales recién arribados, ni los tres que acababan de salir se animaron a entrar de nuevo al liceo, prefiriendo dejar las cosas como están. El caso nunca se resolvió. Y ahí se quedo en solitario la sombra del IPOLL, en
La Historia oficial parece empeñada en negar los hechos misteriosos que tuvieron lugar en el IPOLL. Se dice que sucedieron por culpa de los amigos de ajeno, y por eso en las ventanas del laboratorio de biología se han colocado unas rejas muy gruesas y a todos los profesores se les ha dado la orden de que cuando culminen la
Pasan los años y cada día surgen nuevos testimonios acerca del fantasma del liceo IPOLL de Salto. Y así su leyenda sigue viva en la

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